[Actualidad] Automatics – «Big Ear» (2015)


A finales del pasado milenio Automatics entregaba el que sería su último disco de estudio, «Duty». Una colección de canciones bastante destacable pero que no superaba ni en calidad ni en cantidad a su predecesor «Space Rock Melodies». Con tres álbumes en su haber y tras un precioso EP de despedida, «Wilson, Love Me», la abrasiva banda echaba el cierre definitivo a una carrera que fue siempre un casi pero que nunca llegó a estallar en todo su esplendor ante un público escaso y poco receptivo a este tipo de propuestas. Casi 15 años después de su disolución y con una operación retorno que se ha ido fraguando poquito a poco y de forma natural, los de Linares vuelven del más allá con su mejor colección de canciones desde el ya mencionado «Space Rock Melodies». Vuelve a brillar el fulgor del noise, esta vez con más fuerza que nunca, llenando ese vacío que dejaron tras su separación, ocupando de nuevo el lugar que les pertenece y retomando la historia desde donde la dejaron.
En «Big Ear» no hay mucho lugar para la nostalgia. Es en definitiva un disco que mira hacia delante pero que contiene todas las particularidades que en su día les hicieron enormes. Alcanzan en mi opinión en esta entrega lo que en el pasado no consiguieron, es decir, sonar con la misma intensidad que en sus acojonantes directos, donde se convierten en un espectáculo sónico no apto para cardiacos.
A través de ‘1971’ nos introducen desde la calma más total hasta el disparo noise a vena abierta que revienta la canción y reinventa la automática fórmula. Una preciosidad con la que envuelven los caramelos envenenados en forma de melodía para despues marcarse con ‘Monsters’ un single hecho a medida con un sentido melódico más que apreciable y unos riffs ensuciados con toneladas de distorsión. En ‘A Rainy Day’ Lozano nos regala la enésima tonada subterránea antes de decir adiós definitavamente, enterrando su particular registro bajo las incendiarias guitarras, que son en esta película las verdaderas protagonistas. Con la identidad actualizada y siendo hoy mucho más Automatics que nunca suenan en ‘Hollow Glass’ o ‘Don’t Call Me Anymore’, con la seguridad de los que aprendieron a modo de errar en la busqueda de la fórmula secreta, la de la claridad más luminosa y feliz en contraste con la oscuridad más deprimente.
‘Puppet Boy’ abre la cara b y es probablemente la que mejor enlaza con su legado mientras que ‘Fly Around the World’ es uno de los picos más altos del álbum, concentrando casi toda la carga emocional en unas poderosas guitarras que crecen y crecen. Tras ella la cristalina ‘Forever’ y la espacial ‘Someone’ nos acompañan hacia el final del viaje, que en su última y psicodélica parada, de título ‘Reagan & Carter’, nos devuelven automáticamente al play para volver a disfrutar de un trabajo que nos sabe a poco pero que se llega a hacer inmenso a base de nuevas escuchas.