Clem Snide – «Forever Just Beyond» (2020)


A lo largo de este insólito año, que levante la mano quien no haya repensado en alguna tarde de confinamiento sus pensamientos más existencialistas. Fruto de otras crisis, en este caso propias del devenir de la vida, nace este «Forever Just Beyond». Un disco donde, desde su título, Eef Barzelay profundiza en su cara más íntima y reflexiva, entregando la que posiblemente sea su colección más personal hasta la fecha. Bajo su pseudónimo artístico, Clem Snide, y mano a mano con Scott Avett, de los fantásticos The Avett Brothers, el cantante muestra sus costuras en un disco apabullante, en el que lo terrenal y lo espiritual se dan la mano. Donde la esperanza y las ganas de seguir adelante se imponen a cualquier herida.
Plagado de frases de enorme carga poética, Clem Snide arranca este volumen con la percusión suave característica del sonido de The Avett Brothers, sobre la que resuena el epitafio de ‘Roger Ebert’. Transcendental y bella, ‘Don’t Bring No Ladder’ habla entre metáforas de la muerte y la aceptación de la incertidumbre: «pero así como las nubes no dejan marca en el cielo, supongo que no nos corresponde saber qué aguarda la luz detrás de nuestros ojos». Todo ello para llegar al temazo que da nombre al disco. Maravillosa esa línea vocal que se va diluyendo entre las reverbs y los delays que aumentan en intensidad hasta la catarsis: «Dios es simplemente lo que yace para siempre más allá del límite de lo que parece que ya sabemos». Una lapidaria letanía donde, más allá de deidades, Barzelay parece abogar por la espiritualidad como concepto personal lejos de los símbolos tan definitivos que ofrecen las religiones.
Siguiendo en la frontera entre lo tangible y lo etéreo, el folk se abre camino al más puro estilo Jeff Tweedy en cortes como ‘The Stuff of Us’ o ese cántico al aprendizaje después de la tormenta que es ‘Some Ghost’, en la que intervienen músicos de Band of Horses dejando cierto poso. Folk que vira al country en ‘Sorry Charly’, cerrada de forma espectacular a ritmo de saxo, y que se expande a los medios tempos de la balada crooner en ‘The True Shape of Your Heart’. Y más grave, no en tono pero sí en mensaje, ‘Ballad of Eef Barzelay’ coquetea con los pensamientos suicidas para terminar sobreponiéndose a ellos. Y es que en este álbum, Barzelay asome sus culpas, las derrotas y las heridas. Todo para levantarse y seguir avanzando poco a poco, como los rasgueos de guitarra y la lírica de ‘Denial’. Una canción que surge de la mística de la perdición y la supervivencia. La misma que describió para siempre el espíritu de Townes Van Zandt y tantos otros malditos.
Como ellos, crudo y sorteando la fortuna artística, Clem Snide se culpabiliza por dejar de lado obligaciones familiares en pro de esa llama que quema por dentro; la de hacer música y tratar de vivir de ello pese a los sacrificios que conlleva. Aceptando su parte, pausado y rotundo hace declaración de honestidad brutal en ‘Easy’: «Es fácil decir que nunca te venderás cuando nadie te ha hecho una oferta». Aunque es tal vez con ‘Emily’ con el tema que termina por desnudarse. Una canción, tal vez dedicada a su hija, en la que se declara vulnerable e imperfecto, sin capacidad de cambiar todo aquello que le gustaría. Tocada en soledad junto a su guitarra y sintiendo cada palabra que canta: «Oh Emily, creo que no hay mucho que podamos cambiar en este mundo, excepto que nuestra propia mente y nuestro corazón sean más amables y valientes ante todo». En estos tiempos que corren, creo que no hay una frase mejor que defina nuestro lugar en el mundo.