[Actualidad] Waxahatchee – «Saint Cloud» (2020)


Dejando a un lado el rock and roll indie pero embarrado de su anteriores discos, Waxahatchee vuelve con este «Saint Cloud» a sus raíces. Poniendo la nostalgia al servicio de los paisajes más americanos de su niñez y su juventud, Katie Crutchfield hace un emotivo retrato de todo ese poso heredado. Una tradición que en este volumen abraza sin contemplaciones para llevárselo a su universo personal, lleno de metáforas y tonos primaverales.
Nada mejor para conseguir este efecto que grabar en los míticos estudios Sonic Rach, perdidos en medio de la frontera mexicana en busca de las esencias del country. De esta pulsión nacen baladas de pureza folk como ‘The Eye’ o el ritmo a galope de ‘War’, donde se declara en guerra consigo misma. También beben de la tradición norteamericana esos tres medios tiempos con los que cierra el disco: la elegante ‘Ruby Falls’, el lo-fi desnudo de ‘St. Cloud’ y la emotiva ‘Arkadelphia’. Una balada cercana al estilo de Wilco, en la que de manera gráfica y evocadora, Katie describe paisajes, sentimientos, recuerdos y belleza en el corazón de la América profunda.
No obstante, lo mejor de este disco se encuentra cuando Waxahatchee combina las raíces con el pop. El álbum se abre con un hit directo como ‘Oxbow’, donde la voz de Katie surca el dream pop. Sostenido siempre por una cadencia perfecta y unos teclados que elevan el tono ensoñador de esos «I want it all», que como un mantra cierran la canción. Al borde de la melancolía llegan los teclados analógicos y sintetizados de ‘Fire’, donde por momentos recuerda al sonido de Woods y vuelve a dejar patente ese impulso de ir más y más allá. Armonía que desde las guitarras invade ‘Witches’. Unas cuerdas que exhiben sus mejores galas en la declaración de amor a pecho descubierto de ‘Can’t Do Much’. Melodía perfecta para firmar este temazo a medio camino entre el folk y el pop. Y por supuesto, ‘Lilacs’, que tal vez sea el gran single del álbum. Cantando mejor que nunca, Katie nos lanza a la cara frases llenas de poesía y emoción. Sacando aquí partido a una voz maravillosa, que tan pronto modula susurros como que explota ese recurso de las repeticiones, tan habitual en la música de mi adorado Kevin Morby. Por si no nos había quedado suficientemente claro: «And the lilacs die. And the lilacs drank the water. Marking in the slow, slow, slow passing of time». Tampoco se queda corta en ‘Hell’, atacada con garra y un vozarrón que da testimonio de la gran artista que es. ¡Muy grande, Katie!