AC/DC @ Estadio Vicente Calderón (Madrid) 31-05-2015


Miles de recuerdos y anécdotas llegaron a mi mente al entrar al Vicente Calderón, un estadio en cuyas paredes aún resuenan los ecos de algunos de los conciertos más legendarios ofrecidos en este país. Sin ir más lejos hace seis años, cuando AC/DC volvían a Madrid con la gira Black Ice Tour, un concierto que siempre será especial para mi. Era la primera vez que veía en directo a aquellas bestias del rock and roll que idolatraba desde los tiempos que alcanza a recordar mi memoria. Seis años en los que ha pasado el tiempo para todos. Para todos menos para ellos, y es que con más de 60 años, Angus Young y los suyos siguen pareciendo auténticos colegiales, y no solo por su famosa indumentaria.
Un concierto que empezaban a caldear ya desde el principio Vintage Trouble, teloneros de lujo y uno de esos grupos a los que si aún no conoces deberías apuntarte su nombre en la agenda. Y es que tan solo unos días después de anunciar que serán los teloneros de AC/DC para todo lo que queda de su gira europea, el grupo comandado por Ty Taylor fue un auténtico tornado, en especial el propio Taylor que con un frenesí incontrolable no se lo pensó dos veces y se lanzó al público. De esta manera y flotando sobre una masa humana que ya empezaba a abarrotar la pista del Calderón, Taylor llegó hasta el medio del campo. Ida y vuelta mientras los que no le sujetaban también elevaban sus manos al cielo de Madrid impactados ante tal derroche de puro rock and roll.
Se acercaba la hora más esperada por todos y los focos del Calderón se apagaban al tiempo que miles de cuernos de luces rojas brillaban en la oscuridad de la noche madrileña. Pese a ya conocer esa sensación de anteriores conciertos suyos, aún se me eriza el pelo con esa emoción indescriptible que se siente al escuchar a unas 50.000 voces coreando su nombre, un estadio repleto hasta la bandera que colgó el cartel de «sold out» en apenas dos horas. La experiencia en este tipo de conciertos no evita los nervios, que se hacían más que palpables en la atmósfera. Una especie de olla a presión que estallaba cuando aparecían los AC/DC secundados por una escenario y un sonido a la altura del mejor de los espectáculos.
Tal y como esperábamos AC/DC no nos dio tregua. Empezaron fuertes, como mejor saben, y tras la moderna y poderosa ‘Rock or Bust’, dispararon directamente a la cabeza con un ‘Shoot to Thrill’ que es sin duda uno de sus mejores temas, y por ende uno de los mejores himnos del rock de la historia. Sin dejarse nada en el tintero y con la seguridad absoluta que les confiere el hecho de tener un repertorio inmenso cargado de joyas, no dosificaron en absoluto y pronto caían ‘Back in Black’ o ‘Dirty Deeds Done Dirt Cheap’, momento tras el cual se desataba la tormenta perfecta y un espeluznante juego de luz y sonido anunciaba la llegada de ‘Thunderstruck’, punto absolutamente cumbre en todo concierto de la banda australiana.
Siguiendo con ‘High Voltage’ y ‘Rock ‘n’ Roll Train’, bajaba la única campana que podía hacer sombra a La Almudena y a San Francisco el Grande, que hasta ese momento habían brillado con luz propia por encima del Calderón. A ritmo de diabólicas campanadas llegaba el mismísimo Satán a Madrid, y de la aún brillante garganta de Brian Johnson salían algunos de los alaridos más agudos del rock and roll en su interpretación de ‘Hells Bells’. Como fruto de un pacto con el propio diablo, veíamos como tras hora y media de concierto y tras dejar atrás éxitos imprescindibles como ‘You Shook Me All Night Long’ o ‘T.N.T.’, Angus Young corría desenfrenado por la pasarela haciendo honor a su apellido. Paseaba una y otra vez de extremo a extremo haciendo su archiconocido paso del pato. En ese momento sonaba ‘Let There Be Rock’, antesala de un solo de guitarra de más de diez minutos de duración del propio Angus. Una auténtica obra de arte que seguía y seguía al mismo tiempo que el incansable Angus Young recorría un escenario que a su paso nos iba descubriendo todos sus entresijos. Plataformas levadizas en las que el chico prodigio de Glasgow no tuvo ningún reparo en rebozarse por los suelos en uno de sus movimientos marca de la casa, tocando al mismo tiempo que giraba trazando endiabladas circunferencias en el suelo. Sudando goterones que caían encima de los trastes de su guitarra, Angus no fallaba ni una sola nota y se retiraban del escenario con un público absolutamente enfervorecido.
La vuelta del bis fue de manual, la estratagema que nunca falla, ‘Highway to Hell’ y todo el Calderón botando al tiempo que salía fuego de los laterales del escenario y aparecía Angus con unos cuernos implantados en su frente y ya sin camisa. Como el viejo rockero que jamás muere, siguió dando juego para acabar con ‘For Those About to Rock (We Salute You)’, cierre canónico de todos sus directos y en el que a las órdenes de Johnson, varios cañones lanzaban salvas al cielo de Madrid. Para acabar de situarnos en el infierno, espectáculo pirotécnico que despedía a las leyendas del rock, una banda que demostró una vez más que ningún grupo vivo, a excepción de los Rolling Stones, suenan como ellos. Os esperamos en la próxima.
Fotografías: Luis Arteaga